Toda la vida de Dios, fui algo torpón en las manualidades.
En efecto, era patético ver como un boletín de comúnmente excelentes
notas, se veía minusvalorado y lastrado por un cinco ramplón en pretecnología,
vamos, en manualidades. Y es que se me daba mal todo, fuera la cartulina, el
collage, la marquetería, en fin, que el zagalico no era muy mañoso.
Hoy en día no se vayan a creer que he cambiado, más bien lo
contrario, acrecentado mi inoperancia manual, y no es que sea torpe con las
manos, pero si tuviera que definir por qué no se me da bien, podría decir que
porque no soy paciente en esta tarea, en otras cosas sí, pero en manualidades
nada.
A pesar de todo, no crean que no lo intento. Hoy mismo,
armado de fieltro, tijeras, escuadra y cartabón, me he dispuesto a hacerme un
recipiente donde tirar mis dados sin que suenen mucho.
Cajita de madera del chino amigo, como digo, papel fieltro
rojo, que la purpura cardenalicia siempre da cache, pegamento textil, y ale… en
un periquete cajita de dados.
Todo esto, pueden ustedes pensar, con razón claro, que soy
un “friki” y si ustedes me lo llaman por esto, ¿que pensaran si les digo que al
cambio he pagado más de treinta euros,
portes incluidos, por una herramienta, proveniente de una manufactura de
Oregón, USA, que redondea las esquinas de mis preciadas fichas de mis juegos de
guerra?.
A pesar de que los últimos juegos vienen con un troquel
laser y cantos redondeados, los antiguos “groñardos” aun contamos y adquirimos
juegos en los que las pequeñas piezas de cartón se desportillan o despegan en
sus esquinas, y gracias a la graciosa herramienta y con un poco de paciencia,
pues … ale hop…
Que “friki” por Dios, que “friki”.
¡¡¡AVE¡¡¡
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Puris sermonis amator...