Herodoto de Alicarnaso allá por el V antes de Cristo tiene
el mérito de ser el primero en realizar un relato razonado sobre unos hechos.
Es por ello considerado el padre de la historiografía.
Que importante es ser cronista de unos hechos, ¿verdad?. Que
gran responsabilidad, que tarea tan engrandecedoramente humana.
Desde entonces hasta ahora ha llovido, ¿eh?. Cuantas crónicas,
cuantos relatos, cuantas obras, y es que el contar lo que pasa es casi como el
respirar, intrínseco a la vida humana.
Pero que diría Tucidides, padre del rigor histórico en la narración
de hechos, si levantara la cabeza y viera en lo que el periodismo, que no debería
ser sino una forma de contar unos hechos, se ha convertido.
Degeneración podría un observador ingenuo pensar, se han
degenerado, no cuentan un hecho, cuentan su historia de ese hecho, pero no, no
hay que ser tan inocente.
La profesión periodística no ha degenerado, se ha convertido
en una suerte de mercenarios, a sueldo de un señor, contando las cosas al son
de intereses particulares.
Es lamentable ver en que se ha convertido el panorama de
medios de comunicación, ya sean radio, prensa, o televisión. Y como esa
responsabilidad, pasa a ser una irresponsabilidad responsable.
Irresponsabilidad, porque como decía, no relatan unos hechos, con el solo
prisma de quien los ve, no, usan el axioma para ellos de “no dejes que la
realidad te joda una bonita noticia” y cuentan lo que les conviene a sus
intereses, importándoles un comino la verdad, sus destinatarios potenciales y
el efecto que su crónica tendrá en ellos, no, solo interesa el bien de su señor
feudal, que paga su soldada. De ello son responsables, por ello hablo de
irresponsabilidad responsable.
Realmente, a veces uno se siente como un cable de
telecomunicaciones, que debe apantallarse contra las interferencias, pues así
estoy viéndome yo, protegiéndome contra toda esta miasma de pestilencia periodística.
Me descubro que ya no veo las noticias, y cuando las veo, procuro obsequiarme
con las que me propongan la realidad que más me chirríe, porque es casi peor oír
las que te complacen según tu forma de ver la vida, y siempre hay que oír a
quien no piensa como tú. Pero si puedo elegir, prefiero el apagón informativo.
Además, y no lo he mencionado aun, están las llamadas nuevas
tecnologías, que han posibilitado que el entonces antiguo y elitista oficio de
periodista, pueda ser cultivado o vituperado por palurdos o arribistas como
bien pudiera ser mi caso. Son a veces tan burdas las formas de estos plumillas,
tan fuerte su estática radiofónica que es fácil con el “Squelsh” quitar este
puro ruido, pero es otra fuente de tortura informativa a tener en cuenta.
¿Y la impunidad? que decir de ello. Un arquitecto que diseñe
un edificio y caiga por mal diseño acabara en la cárcel, un banquero que pierda
los fondos de sus clientes, un policía que yerre un disparo, un crio que no
estudie sufrirá las consecuencias de sus actos, pero, ¿Qué consecuencias tienen
las miles de mentiras, la mala praxis profesional y prevaricadora de los periodistas
de hoy en día? Ya les contesto yo, ninguna.
Al final, ¿Qué nos queda?, creo que como el Imperio Romano,
al corromperse, y desmoronarse, hubo un retroceso humano, quizás, haya que
retroceder, y creer solo lo que ves, o te cuenta una primera fuente, con los
efectos localistas que esto pueda tener, pero lamentablemente, es insoportable.
¡¡¡AVE¡¡¡
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